Este viernes la sesión de las prácticas libres del GP de Arabia Saudita de Fórmula 1 se ha visto alterada por el ataque a las instalaciones de la petrolera Aramco, patrocinador global de la F1, en Jeddah.
Durante la primera sesión de este viernes, se vio una gran nube de humo negro, resultado del incendio en una instalación de Aramco. El olor a quemado se extendió por la pista durante los entrenamientos, e incluso, Max Verstappen reportó por la radio que podía percibir este olor.
Rebeldes hutíes de Yemen reconocieron haber lanzado una serie de ataques en el reino.
Aunque las autoridades saudíes y su empresa petrolera estatal Saudi Aramco aún no han reconocido el siniestro, las llamas parecían surgir del mismo depósito de combustible que los hutíes atacaron en días recientes.
Arabia Saudita, quien es el mayor exportador de petróleo del mundo, dijo esta semana que no asumiría responsabilidad por las interrupciones en el suministro de crudo a los mercados globales como resultado de los ataques de los hutíes, los que se han intensificado en las últimas semanas.
A través de un comunicado, Saudi Motorsport Company señaló que el calendario del fin de semana de las carreras programadas en Arabia Saudita continúa conforme a lo programado a pesar del ataque reportado este viernes, sin embargo, señaló que siguen en constante comunicación con las autoridades del país para garantizar la seguridad durante el Gran Premio de F1.
«Permanecemos en contacto directo con las autoridades de seguridad saudíes para garantizar que se sigan implementando todas las medidas de seguridad y protección necesarias», señala el comunicado.
Leclerc ganó la primera carrera en Bahréin (y no sólo eso, también se llevó la pole) y ha empezado dominando en Jeddah. Max Verstappen está arriba. Veremos si Red Bull ha solventado los problemas que obligaron a sus sendos RB18 a abandonar en Sakhir. Mientras, Sergio ‘Checo’ Pérez se ubicó en la séptima posición.
Para entender el conflicto entre Arabia Saudita y los militantes chiitas hutíes hay que remontarnos al 2015, cuando este grupo (hutíes) tomó control de la capital, de Yemen, Saná. Esto, provocó la intervención de una alianza liderada por Arabia y que ya no cuenta con el apoyo de Estados Unidos. El conflicto es visto como una guerra de poder entre Arabia Saudita e Irán.
Los hutíes son miembros de un grupo rebelde conocido también como Ansar Allah (‘Partidarios de Dios’), que se adhiere a una rama del islam chiita conocida como zaidismo.
En los últimos días, los rebeldes hutíes yemeníes realizaron una ronda de ataques con drones y misiles a Arabia Saudita dirigidos contra una planta de gas natural licuado, una desalinizadora de agua, una instalación petrolera y una central eléctrica.
El conflicto ha alcanzado un violento punto muerto en el que Arabia Saudita y sus aliados no logran decidir la guerra a su favor. Los ataques aéreos de la coalición saudí han diezmado infraestructuras y alcanzado objetivos civiles en Yemen como hospitales y banquetes de boda, lo que ha provocado críticas internacionales generalizadas.
La guerra ha creado una de las peores crisis humanitarias del mundo. Un reporte reciente de Naciones Unidas estimó que cientos de miles de personas han muerto y millones se han visto desplazadas como resultado del conflicto.
Con información de Marca Claro.