El Rayo de Iraola lleva camino de hacer grandes cosas en esta Liga española. El técnico vasco está dejando su sello en un equipo con infinidad de problemas extradeportivos, pero que sobre el campo tiene las ideas muy claras. La fortaleza de Vallecas se ponía a prueba con la llegada del Barcelona, pero el conjunto madrileño recuperó de su armario el traje de matagigantes y sumó su quinta victoria ante su afición. Un increíble 15 de 15 que lleva a puestos europeos y con Radamel Falcao en sus filas se puede permitir el lujo de soñar. El Tigre sólo tocó un balón en la primera mitad, pero fue para dentro. Eso es un lujo en el fútbol actual. El resto fue otro partido épico de los vallecanos frenando los espesos ataques de los de Ronald Koeman.
El Barcelona, tras caer en el Clásico y estar fuera de los puestos europeos, estaba obligado a dar un golpe sobre la mesa para que la temporada no se le fuera de las manos antes de tiempo. Pero este equipo no acaba de arrancar, se ha vuelto previsible y le hacen daño con cierta facilidad. No es un problema de entrenador, lesiones o jugadores… Es una mezcla de todo. Las obligadas ausencias ante la ruina económica son imposibles de suplir, hay que olvidarlas. Lo que debe encontrar Koeman es un esquema táctico definido, sigue improvisando sobre la marcha como con Dest de interior, y así es imposible. Sigue sin ganar fuera, sigue fuera de puestos europeos y el martes se juega en Kiev seguir en Europa. Se le acumulan los problemas y no encuentra soluciones por ahora.
El Rayo lo había ganado todo en casa y el Barcelona no había vencido fuera. No era un partido fácil a priori para los de Koeman, algo que se confirmó sobre el verde desde el pitido inicial de Mateu Lahoz. La presión alta de los de Iraola impedía pensar a los jugadores azulgrana que debían soltar enseguida el balón para evitar pérdidas peligrosas. En los locales todo pasaba por los pies de Trejo, que a los tres minutos dio un susto a Ter Stegen con un lanzamiento desde el medio del campo tras un robo de balón. Le costó unos minutos hacerse con el balón pero el Barcelona, con un gran Nico, supo contrarestar el empuje local.
Y cuando mejor estaban los visitantes llegó el zarpazo del Tigre. Error imperdonable en alguien de la experiencia de Sergio Busquets, que estuvo lento al soltar el balón propició que Trejo robara y de primeras pasó a Falcao quien demostró su clase haciendo un recorte a Gerard Piqué dentro del área y ajustando el balón lejos del alcance de Ter Stegen.
El Barça sufrió el gol, pero aún así tuvo opción de empatar unos minutos después cuando un gran pase de Memphis Depay lo remató alto Dest de forma increíble. Un fallo impropio, como el que tuvo en el Clásico hace tres días. El Kun Agüero, en su estreno como titular, apenas tuvo protagonismo y los ataques del Barcelona se convertían en intentos. No pasaban de eso. Dimitrievski tuvo menos trabajo que Ter Stegen y por ahí se le escapaba el partido al Barcelona. Gran planteamiento de Iraola cerrando la banda de Jordi Alba, la que más peligro suele llevar siempre el cuadro azulgrana. Y al descanso nadie podría decir que el 1-0 era injusto.
Koeman no movió nada tras el descanso, pese a que su primera parte parecía requerirlo. El Rayo bajó algo su intensidad y el Barcelona estuvo más cómodo que en el arranque de partido. Nico dio un serio aviso y parecía que los catalanes iban a por el partido pese a que a su juego le seguía faltando velocidad. Un par de remates fuera de Agüero fueron la antesala del penalti que cometió Óscar Valentín sobre Memphis y que hacía presagiar el gol del empate a falta de 20 minutos. Pero ni así. El potente lanzamiento del neerlandés lo detuvo de forma impecable Dimitrievski que después recibió un golpe en la cabeza del propio Memphis que le obligó a ser atendido por mareos unos minutos después.
Iraola sacó músculo al campo dando entrada a Ciss y Nteka por Trejo y Falcao. Quedaban diez minutos y Koeman tiró de Luuk de Jong como último recurso. Balones a la olla y esperar el milagro. O una jugada aislada como la que sucedió con un error del árbitro asistente que levantó el banderín ante un posible fuera de juego de Agüero que hizo detenerse a la defensa vallecana y que le dejó solo ante Dimitrievski, eso sí algo descentrado por la situación, y su remate lo despejó el arquero local. Gavi tuvo la última en un balón que se le fue alto. Fue la última opción de un equipo perdido que debe encontrar su rumbo cuanto antes por su bien. Los casi 10.000 aficionados presentes en Vallecas celebraron a lo grande el triunfo de un equipo que tiene grandes sueños.
MARCA CLARO